sábado, 25 de octubre de 2008

Estudio sobre familias homoparentales de Universidades del Pais Vasco y Sevilla

(Este texto está sacado de un post publicado por Alfredo Oliva, profesor de psicología evolutiva de la Universidad de Sevilla, en su blog: Reflexiones de un psicólogo evolutivo.
http://alfredo-reflexiones.blogspot.com/2008/10/familias-homoparentales.html)


Tengo que admitirlo, me costó trabajo reconocerlo. No es que yo sea un carca o un homófobo. Para nada. Pero es que eso de que los niños que se crían en familias homoparentales, constituidas en su mayoría por lesbianas, no tengan más problemas que quienes viven con su papá y su mamá contradecía uno de los mitos más asentados de la psicología –¿o sería mejor decir más rancios?-, la de que los niños necesitan la figura de un varón en casa. O no recuerdan ustedes aquella idea freudiana de que mediante la identificación con el padre el niño conseguía superar el complejo de Edipo. No sé cómo demonios estos niños que viven con dos mamás superarán el susodicho edipo, pero lo que sí parece claro es que su desarrollo y ajuste psicológicos son tanto o más saludables que los de sus iguales de familias tradicionales. Al menos eso es lo que hemos encontrado en un estudio que hemos llevado a cabo las Universidades del País Vasco y Sevilla, bajo la dirección del profesor Enrique Arranz, y con el asesoramiento de la Universidad de Cambridge y la financiación de la Fundación BBVA.

Durante varios meses visitamos y entrevistamos a algo más de 200 familias de seis tipos: tradicionales, monoparentales, reconstituidas, homoparentales, múltiples y adoptivas; todas ellas con hijos de edades comprendidas entre los 3 y los 10 años. Los resultados, que aún no han sido publicados, indicaron que fueron las familias homoparentales las que alcanzaron una puntuación más alta desde el punto de vida de la calidad del contexto familiar para la promoción del desarrollo infantil. En estos hogares encontramos ambientes muy estimulantes, estilos parentales de crianza muy adecuados y escasa conflictividad marital; en fin, todo lo que un niño necesita para crecer sano y feliz. Por ello, no resultó sorprendente que fueran precisamente los niños de familias homoparentales los que mostraron menos problemas emocionales y conductuales.

Es cierto que las características del estudio hicieron prácticamente imposible un emparejamiento perfecto de los 6 grupos, y las familias homoparentales mostraron un nivel educativo y económico más elevado que el resto de familias, lo que puede explicar parte de las ventajas en calidad del contexto y desarrollo infantil. De hecho cuando se controló estadísticamente la influencia de estas variables, la ventaja de estas familias dejó de ser significativa. Pero también es cierto que hoy por hoy la mayoría de familias homoparentales tienen ese perfil: son sujetos con altos recursos culturales y económicos, muy concienciados con respecto a sus derechos, y que han sido muy resistentes ante el prejuicio homofóbico como para asumir abiertamente su condición homosexual y aventurarse a vivir en pareja y criar un niño.

Los resultados de nuestro estudio coinciden con los de otros, llevados a cabo tanto dentro como fuera de nuestro país, en indicar que la familia homoparental representa un contexto tan válido como otro cualquiera para que un niño o niña crezca sin ningún tipo de problema, siempre que unos adultos atentos y cariñosos cuiden de él. Tal vez sea por eso por lo que la Fundación BBVA ha decidido no publicar el estudio. Es posible que con la edad me esté volviendo demasiado suspicaz, incluso algo paranoico, pero sospecho que la Iglesia puede andar tras esta negativa. ¿Por qué? Pues por la relación de ésta con el PNV y de éste, a su vez, con el BBVA.